En el
escrito anterior dije que nosotros tenemos ADN de sumadores porque lo que
hacemos en nuestros ministerios es sumar, pero que necesitamos multiplicar porque
es la única manera de cumplir la gran comisión en un mundo donde la población se
multiplica.
Pero, ¿Como
convertirse en multiplicador? Aquí esta mi humilde opinión: Lo primero es aprender a actuar contra intuitivamente.
Lo intuitivo es hacer lo mismo, o sea sumar y hacer creyentes porque va de
acuerdo con nuestro ADN. Lo contra intuitivo es actuar en contra de nuestra
tendencia. Hablo del principio de morir.
El grano de trigo para que se
multiplique tiene que caer en tierra y morir. Si no, no hay multiplicación. “Niéguese
a si mismo, tome su cruz y sígame” dijo Jesús. El bautismo por inmersión en la iglesia primitiva
era símbolo de muerte.
En este
orden de pensamientos, enfoquemos la primera parte de la gran comisión, “Id
y haced discípulos”. Nosotros le pedimos
a la gente que venga y desarrollamos actividades con el fin de atraerlos, pero
Lo contra intuitivo es ir a ellos. Para ir tenemos que morir a nuestros
programas diseñados para atraerlos.
También
dice, “Haced discípulos” y nosotros
hacemos creyentes. Entonces tenemos que
morir a esa meta y hacer lo contra intuitivo. Involucrándonos en la vida de las
personas, llamándoles a cuentas y pasando tiempo con ellos hasta que comiencen a
hacer sus propios discípulos.
Lo segundo es aprender a asesorar. Como una persona no ha sido discipulada hasta
que no esta discipulando a otros y cuando llega a este nivel, cambia el rol de creyente a discipulador.
Entonces, nosotros también tenemos que cambiar nuestro rol para poderlos ayudar. El rol de asesor consiste en enseñarles a
lidiar con las dinámicas y los problemas que nosotros hemos tenido
discipulandolos a ellos.
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