David y
Darwin, creador de la teoría de la evolución, observaron la naturaleza, pero sacaron conclusiones diferentes acerca del
origen hombre. En el Salmo 8:3-5 (RVR) David observa y concluye: “Cuando veo
tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tu formaste, digo:
¿Qué es el hombre, para que tengas de el memoria, y el hijo del hombre, para
que lo visites? Le has hecho poco menor que los ángeles, y lo coronaste de
gloria y de honra.”
David concluyo
que el hombre es casi un ángel. En realidad, según la Biblia, el hombre es casi
un ángel, pero limitado por las consecuencia de su caída, o rebeldía contra
Dios. Y, según Darwin es casi un mono, pero mejorando.
¿A dónde
nos llevara el pensar que somos casi monos? ¿Cuál es el comportamiento que
resulta de pensar que descendemos del mono? Porque la doctrina de la evolución
ha invadido la educación, el cine, el arte, la política, la economía, casi todo
se ha reformulado en relación con la opinión de Darwin.
Para mí lo
preocupante sobre la teoría de la evolución es su efecto en la mente humana, pues
según algunos el mayor descubrimiento psicológico del siglo XX fue el
entendimiento de que nuestros pensamientos determinan nuestro comportamiento.
Los humanos primero pensamos, luego actuamos y finalmente logramos un resultado,
bueno o malo, de lo que hacemos, pero la raíz de todo es nuestro pensamiento. Otra
manera de expresarlo es: “Pensamiento,
comportamiento, resultados”.
Pensar que
somos casi monos, tiene que tener un efecto diferente en el comportamiento
humano al de pensar que somos casi ángeles. Considerarse descendiente del mono
debe hacer un impacto diferente en la autoestima, al que hace el pensar que somos
formados por el Creador a su imagen y semejanza.