Se cuenta que una vez un estudiante de insectos estuvo observando como una larva trataba de salir de su estado de crisálida. La larva luchaba intensamente por emerger a través de un orifico muy pequeño y después de un día de observación, al estudiante se le ocurrió tomar su lapicero y con la punta ampliar el orificio para que el trabajo de la larva fuera mas fácil y saliera mas rápido. Al día siguiente, la mariposa emergió, pero sus alas eran imperfectas, podía aletear, pero no podía volar y murió al final de ese día.
La intención del estudiante no era mala, solo quería hacer el trabajo de la larva más fácil y rápido, pero esa ayuda no ayudó, sino que perjudicó el desarrollo de la mariposa, le robó la fortaleza que se obtiene de la lucha y la adversidad. La mariposa no tuvo el poder para volar y vivir porque entró a un nuevo ciclo de vida sin haber luchado suficiente en el anterior. Por lo tanto, la adversidad y las dificultades son necesarias para llegar a ser fuertes.
Aunque esta verdad es aplicable a la crianza de los hijos, la quiero relacionar con la plantación de iglesias. Nadie planta una iglesia para que sea dependiente, aislada, e indiferente al mundo, pero la realidad es que hay muchos grupos así en todo el mundo porque alguien con buena intención saco su lapicero y comenzó a hacer cheques para abrir un poco el pequeño agujero por donde la mariposa debía emerger. Al iniciar una iglesia, deseamos que llegue a ser como las del Nuevo Testamento en cuatro aspectos:
1. En autonomía, que aprendan a hacer sus propias decisiones, a autogobernarse.
2. En finanzas, que pueda subsistir sin ayuda externa.
3. En proclamación, que alcance gente de su misma cultura y que cruce barreras culturales para alcanzar otras etnias, o sea evangelistica y misionera.
4. En cooperación, que establezca relaciones con otras iglesias para impulsar el reino a nivel local y mundial.
Aunque los humanos necesitamos alcanzar un desarrollo pleno, a diferencia de las mariposas si necesitamos la ayuda sana de los padres y adultos para lograr esa plenitud. Igualmente, las nuevas iglesias necesitan ayuda sana que no dañe el desarrollo, pero que le permita a la nueva congregación salir del cascaron, batir sus alas y alcanzar nuevos horizontes.
La intención del estudiante no era mala, solo quería hacer el trabajo de la larva más fácil y rápido, pero esa ayuda no ayudó, sino que perjudicó el desarrollo de la mariposa, le robó la fortaleza que se obtiene de la lucha y la adversidad. La mariposa no tuvo el poder para volar y vivir porque entró a un nuevo ciclo de vida sin haber luchado suficiente en el anterior. Por lo tanto, la adversidad y las dificultades son necesarias para llegar a ser fuertes.
Aunque esta verdad es aplicable a la crianza de los hijos, la quiero relacionar con la plantación de iglesias. Nadie planta una iglesia para que sea dependiente, aislada, e indiferente al mundo, pero la realidad es que hay muchos grupos así en todo el mundo porque alguien con buena intención saco su lapicero y comenzó a hacer cheques para abrir un poco el pequeño agujero por donde la mariposa debía emerger. Al iniciar una iglesia, deseamos que llegue a ser como las del Nuevo Testamento en cuatro aspectos:
1. En autonomía, que aprendan a hacer sus propias decisiones, a autogobernarse.
2. En finanzas, que pueda subsistir sin ayuda externa.
3. En proclamación, que alcance gente de su misma cultura y que cruce barreras culturales para alcanzar otras etnias, o sea evangelistica y misionera.
4. En cooperación, que establezca relaciones con otras iglesias para impulsar el reino a nivel local y mundial.
Aunque los humanos necesitamos alcanzar un desarrollo pleno, a diferencia de las mariposas si necesitamos la ayuda sana de los padres y adultos para lograr esa plenitud. Igualmente, las nuevas iglesias necesitan ayuda sana que no dañe el desarrollo, pero que le permita a la nueva congregación salir del cascaron, batir sus alas y alcanzar nuevos horizontes.