28 septiembre 2017

Organica 2


Si comparamos a la Iglesia con un árbol, podremos visualizar mejor la diferencia entre la Iglesia orgánica y la Iglesia como organización. Todo árbol tiene una parte visible que son las ramas y el tronco. Toda iglesia también tiene una parte visible y medible que son los cultos, las actividades, los eventos que celebran, el edificio, la tecnología que usa. Pero todo árbol también tiene una parte invisible que son las raíces.

Una iglesia orgánica se enfoca más en las raíces mientras que una iglesia muy institucionalizada tiende a poner más énfasis en la parte visible y medible de su ministerio.  Y si una iglesia se institucionaliza mucho puede llegar a ser  como un árbol de navidad, muy bien decorado, pero sin raíces y sin vida.

No quiero que piense la parte visible de una iglesia no es importante porque para funcionar todo organismo necesita una estructura y ciertas funciones mecánicas. Aquí debemos aplicar las palabras de Jesus a los escribas y fariseos: “Esto era necesario hacer sin dejar de hacer aquello.” Es necesario cuidar lo visible sin descuidar las raíces o la conexión con la fuente de la vida eterna.

Esta verdad se enfatiza en Juan 15:5 “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, este lleva mucho fruto; porque separados de mi nada podéis hacer.” 

La razón por la que le ponemos tanta atención a la parte visible y descuidamos las raíces es nuestro concepto de éxito y la manera de medirlo. Mientras más grande el edificio, más asistencia, más dinero y programas, más éxito. Sin embargo, desde el punto de vista de Dios el éxito se mide en el desarrollo y la producción del fruto del Espíritu Santo y la expansión del reino.

 

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