“Si las
abejas desaparecieran, al hombre le quedarían cuatro años de vida” Albert
Einstein. La anterior frase la vi en un mural de un lugar donde exhiben
replicas gigantes de insectos. Inmediatamente pregunte ¿Por qué? Y la respuesta
de una joven ecologista fue: “Es que las abejas son muy polinizadoras, el mayor
porcentaje de la polinización lo realizan ellas.”
Yo ignoraba
que además de producir miel y cera, en el ecosistema de la tierra ellas son las
responsables de llevar la semilla para que las plantas se reproduzcan y
multipliquen. Siguiendo este orden de pensamiento se puede ver que en el
ecosistema espiritual de la tierra el cristianismo depende para su existencia,
reproducción y multiplicación de sus “abejas” que son los discípulos.
Dios le
asigno esa tarea a las abejas y hasta el momento la han estado cumpliendo muy
bien. A nosotros también nos asignó una tarea en Mateo 28:19-20 “Por tanto, id,
y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre,
y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todos las cosas que
os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del
mundo.”
Sin
creyentes que lleven la semilla, el cristianismo puede desaparecer en cuestión
de años. Así como las abejas trabajan no solo para subsistir, sino para que las
plantas se reproduzcan, nosotros deberíamos trabajar y simultáneamente
transportar la semilla del evangelio a las personas receptivas y luego
entrenarlas para que hagan lo mismo.
¡Qué asunto
más simple y fundamental y a la vez tan descuidado! Las abejas construyen sus
colmenas y fabrican la miel sin dejar de transportar la semilla, pero nosotros
dejamos el discipulado para construir templos, realizar eventos y reuniones
ignorando que la principal y verdadera tarea es hacer discípulos.
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