Todos sabemos lo que
es un piloto automático, pero con el fin de expresarme mejor, le aclaro que estoy
pensando en el aparato que opera un avión, o un mecanismo y lo hace por sí mismo.
Me maravillo al
pensar que he volado con 300 más personas, de noche, en un avión controlado por
un piloto automático. Pero nosotros también tenemos piloto automático. Si no
¿Cómo es que llegamos a casa meditando en mil cosas, o escuchando música? Llegamos porque un piloto automático mental
condujo el carro, ¡maravilloso!
Pero no es una buena idea
plantar, o pastorear una iglesia por piloto automático porque esta tarea es más
complicada y dinámica. Además, no nos deja escuchar lo que el Espíritu Santo
nos dice porque el Espíritu no trabaja automáticamente.
Sin embargo, hay un
piloto automático controlando la manera como plantamos y conducimos la iglesia
en el día de hoy, hablo del emperador Constantino. Antes de Constantino, el
crecimiento y desarrollo del cristianismo, primeros 300 años, fue vertiginoso, para
el siglo cuarto, se dice que, la mitad del imperio romano era cristiano, pero aun
había persecución.
Entonces, entró en
escena Constantino, primero con su edicto de tolerancia y luego con otros, la
iglesia comenzó a centralizar sus actividades en el domingo y en los templos,
que competían en tamaño y esplendor con los paganos. Como resultado, el
crecimiento comenzó a desacelerarse hasta llegar a experimentar, solo crecimiento
biológico.
Hoy, cuando se planta
una nueva iglesia, automáticamente pensamos en tener culto público el
domingo, en un templo, o lugar rentado, en
vez de repensar un modelo más neo testamentario. Pero el piloto automático, no
solo nos impone donde y cuando reunirnos. También nos dicta que hacer, como
hacerlo y quien lo debe hacer. Necesitamos desconectar el piloto automático y
navegar guiados por el Espíritu con la Biblia como manual de instrucciones.