“Fríamente
calculado” es una frase popular entre hispanos. La usamos para resaltar que lo
sucedido es el resultado de una planeación eficiente y cuidadosa.
En verdad, algunos
líderes necesitan calcular fríamente sus movimientos porque son muy
improvisados en lo que hacen. Con frecuencia recibo invitaciones con apenas
dos, o tres días de anticipación. Aceptar una invitación de esas implica quedar
mal con alguien. Al respecto alguien dijo, “Su falta de planeación, no implica una
urgencia para mí.” Y esa podría ser una respuesta fríamente calculada.
Por otro
lado, no usamos la frase: “Fríamente relacionado”, eso sería un exabrupto.
Aunque algunas personas se relacionan fríamente, esa no es una manera efectiva
de hacerlo. Hace años, una señora me dijo respecto de su esposo. “Lo amo, pero
con un amor frio.” – “No le entiendo, parece una contradicción” – “Si, lo amo
con un amor como frio”. Esa mujer no estaba loca, estaba expresando una
realidad emocional en su vida, a veces nos relacionamos fríamente con
indiferencia.
Entonces, “Fríamente
calculado” no es del todo malo. Siempre vamos a necesitar mecanizar algunos
procesos y acciones y conviene calcularlas cuidadosamente, pero cuando se trata
de relaciones es mejor que sean cálidas.
Podemos
orar, cantar, saludar y hasta tener relaciones matrimoniales mecánicamente,
pero serian acciones sin significado, y sin conexión. El señor condenó las
oraciones mecánicas de los fariseos calificándolas de vanas repeticiones.
Los vendedores
profesionales que ofrecen el mismo producto a diferentes clientes dejan de ser
efectivos cuando caen en lo que llaman la “fatiga de la repetición”, la cual ocurre
cuando la presentación se hace mecánica, fría y sin conexión con el cliente.
En conclusión,
deberíamos planear fríamente y relacionarnos cálidamente. Me atrevo a decir que
el Señor Jesucristo tenía todo fríamente calculado, pero se relacionaba cálidamente
con la gente.