¿Se
ha imaginado alguna vez lo que sería ser un perro? Si fuera posible pasar por esa
transformación, ¿Qué cosas experimentaría un humano? Por un lado, su sentido
del olfato y del oído se agudizarían. Oiría y olería cosas q’ un humano no
puede y mantendría las narices frías y húmedas. Por otro lado, experimentaría
limitaciones. Si como humano cantaba bien, o hablaba dos idiomas, como perro,
solamente ladraría.
En
Filipenses 2:5-11 el apóstol Pablo nos exhorta a tener la misma actitud de
Cristo, quien siendo divino se transformó en humano y tomo forma de siervo y se
humillo hasta morir por nosotros. Esto es más extraordinario que la
transformación de un humano en perro, el Dios de las más de 100,000,000 de
galaxias encarnado en un ser humano, yo creo q’ experimentó muchas
limitaciones. La reina Valera dice: “Haya, pues, en vosotros este sentir que
hubo también en Cristo Jesus, el cual siendo en forma de Dios, no estimo el ser
igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los
hombres” Fil. 2:5-7 RVR
La
palabra despojo, que usa la Reina
Valera, es clave. Cristo se despojó de su forma divina y tomo forma
humana. Lo interesante es que los traductores usan la misma palabra en Efesios
4:22 RVR, “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre,
que está viciado conforme a los deseos de la carne.
Resumiendo,
el asunto, antes de pedirnos que nos despojemos de los malos hábitos del viejo
hombre, Cristo se despojó primero de su forma divina de ser, se hizo pecado
para que fuésemos justificados, 2 Corintios 5:21. Seguir a Cristo entonces implica
practicar el despojarse de las practicas del viejo hombre. ¿Es eso lo que de
veras hacemos?