Una
historia, verdadera de la Palabra de Dios cuenta q’ Abimelec fue a visitar a
Abraham y le dijo, “Hemos visto q’ Dios está contigo y te ayuda en todo lo q’
haces. Por lo tanto, júrame por Dios en este mismo lugar q’ no nos harás mal ni
a mí, ni a mis hijos, ni a mis descendientes, que me trataras con la misma bondad
conque yo te he tratado a ti.”
Parece
q’ Abimelec creía que en el
proverbio “El que a buen árbol se arrima, buena sombra lo cobija” Abimelec se
dio cuenta que había una conveniencia en ser amigo de Abraham y la razón era
porque Abraham también tenía un extraordinario árbol al cual arrimarse, el
Señor. Se arrimó tanto que Dios lo llama Su amigo. Un día Dios lo retó. “Deja
tu tierra y a tus parientes y vete a la tierra q’ te mostrare y hare de ti una
gran nación, te bendeciré y serás de bendición a todas las familias de la
tierra”
En
los albores de un nuevo año el mejor reto para un creyente es ser más amigo de
Dios. ¿Cómo? Practicando su presencia, disciplinándose en la práctica de la presencia de Dios. No consiste en visitar a
Dios todos los días durante un devocional, lo cual es buenísimo. Consiste en
aprender a vivir consiente de la presencia de Dios en todo momento y en todo
lugar, sin que las circunstancias importen.
Comenzamos
practicando durante un minuto, al principio la mente se va a perseguir diferentes
conejos, pero poco a poco se va enfocando. Entonces, alargamos a dos minutos, o
lo hacemos más veces durante el día hasta que se vuelve un hábito. Esta es la única manera
de orar sin cesar. Es lo que de veras hace la diferencia entre ser religioso y
ser amigo de Dios.