07 julio 2010

Esplendor con necesidades

Hace años asistí a una exposición de fotografía y todavía recuerdo una titulada “Esplendor con Miseria”. En ella se veía la parte de atrás de un templo muy imponente y recostada sobre la pared de atrás, una humilde choza de cartón, y una familia cocinando en el piso con leña. La fotografía me impacto tanto que pensé, “Si algún día soy pastor, no me voy a involucrar en la construcción de un templo.”

El día de ser pastor llego y yo mantenía mi posición. Luego emigre a los USA y cuando fui invitado para ser el pastor de un grupo hispano, el pastor de la Iglesia anglo me dio un tour por el edificio educacional y me dijo, “Ustedes son parte de esta congregación y pueden usar todas estas instalaciones.” Para mis adentros pensé, “Magnifico, esto es lo que yo deseaba”, pero a medida que el grupo hispano crecía, más me llamaban a la oficina para preguntarme por algo que había sido dañado, desacomodado, o desaparecido. Nos convertimos en una molestia para los hermanos que nos patrocinaban y no nos sentíamos parte de esa congregación.

Una serie de experiencias muy reales me convencieron de que si la congregación que pastoreaba iba a tener cierta estabilidad en el futuro, necesitaba un edifico y me involucre en la recaudación de fondos, la compra de una propiedad y en un proceso de construcción.

En USA no he visto esplendor con miseria, pero si esplendor con necesidades, o sea mucho dinero en edificios y falta de fondos en otras áreas de servicio. La realidad es que todo grupo social necesita algún tipo de edificio, pero los edificios de las congregaciones deben ser modestos, vendibles y de uso múltiple. Modestos porque el dinero del Señor no es para levantar monumentos, sino para impulsar movimientos de transformación. Vendibles porque las comunidades cambian y algunas congregaciones necesitaran relocalizarse. Y de uso múltiple para que puedan servir a la comunidad.

Es muy importante de veras tener siempre presente que la iglesia no es el edificio, sino la gente. De hecho durante los primeros siglos del cristianismo las iglesias no tenían templos y la palabra iglesia en griego, el idioma en que se escribió el Nuevo Testamento, significa, los llamados afuera, no los llamados adentro. Por lo tanto en vez de centralizar actividades, deberíamos descentralizarlas.

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